Muchas personas se ponen nerviosas con solo pensar que debe poner sus manos en el volante y conducir, o en ocasiones sienten que –tras haber sufrido un accidente de tránsito- más nunca serán capaces de tomar el carro, y se bloquean cuando la situación amerita que conducir. De forma sencilla, esto se traduce como fobia a conducir, pero su término científico o argot profesional es Amaxofobia.

En principio, este temor a conducir viene dado por un proceso psicológico en el que una persona siente que el tráfico y los demás conductores son una amenaza y se siente incapaz de afrontar el reto de conducir. Pero, al ser una fobia, se trata de un miedo injustificado antes situaciones que realmente no representan un peligro inminente para nadie y generalmente no producen angustia en las demás personas. Sin embargo, la amaxofobia afecta a más del 25% de los conductores argentinos y más de la mitad de este porcentaje son mujeres.

Entre sus causas hay muchas, pero haber sufrido un accidente al volante es la principal. Conducir es una actividad que demanda el manejo de distintos estímulos simultáneos: tener el control del vehículo con manos y pies, atención visual a los espejos, las señales acústicas del ambiente, señales de tránsito terrestre, aumentar y disminuir velocidad, y sobretodo asumir la responsabilidad que conlleva tener pasajeros en el vehículo cuyas vidas pudieran estar en riesgo con la propia. Todo esto es lo que pudiera comenzar a desencadenar el miedo exagerado.

Como todos los padecimientos, las fobias tienen tratamiento. Dependerá de su origen el método y la duración . Además, es necesario que vaya acompañado del correcto abordaje de la situación, modificando la percepción del tráfico y los conductores como amenaza. Observar la propia actitud y la de los demás conductores, es una de las formas más sencillas de comprobar cuánta tensión pueden producir el tráfico,  los otros vehículos  y algunas vías al conducir. Perder los estribos, decir improperios y llegar a la confrontación física en medio de cualquier situación de mínimo estrés, son características propias de la amaxobia.

Otra forma de comprobar una posible tendencia a sufrir de fobia al conducir es a través de los conductores menos experimentados, quienes aún están aprendiendo a desenvolverse en el tráfico y no tienen la acción automática de manejar, evidenciando la tensión muscular y fatiga que experimentan. La sensación de que es el automóvil que tiene poder sobre el conductor, en lugar de ser el conductor quien tenga el control del auto es muy frecuente y por eso es que muchas personas tardan más tiempo del habitual en conseguir su licencia o permiso de conducir, pues la posibilidad de no lograrlo los convierte en fuertes candidatos a sufrir amaxofobia. Sin embargo, el miedo a conducir cada vez es más común entre conductores experimentados, y pudiera desencadenarse por algún episodio traumático al volante, algún trastorno de ansiedad o ataques continuos de pánico.

Lo importante de este padecimiento es detectarlo y atacarlo con ayuda de especialistas, pues a la larga acarrea serios problemas de autoestima y seguridad en quienes lo sufren que permean en otros aspectos de su vida diaria.